EL ÚLTIMO OTOÑO ANTES DE TI: NOVELA AMBIENTADA EN MOQUEGUA

Deberíamos de permitirnos un poco de vanidad y quizás también de orgullo cuando se nombra al escritor peruano Carlos Enrique Freyre Zamudio, nacido en Lima y que circunstancialmente en 1989 Sor Coleta de Jesús Freyre, su tía, fijara su domicilio en la sureña ciudad, es aquí en Moquegua, donde culmina sus estudios de nivel secundario precisamente en el colegio Parroquial Juan XXIII, la madre Loretta Bonokoski y el Sacerdote  Francisco Fahlman religiosos franciscanos, canadienses, sus cuasi tutores influyeron mucho en su formación.

Carlos Enrique Freyre militar de carrera, en el 2003 publica su primera  novela corta “La muerte de Giuseppi Bari”. Es rotundo señalar que Moquegua es el lugar donde recrea algunas de sus historias, Freyre utiliza nuestra ciudad como escenario para sus relatos, describiendo sus calles, plazas, lugares que al detalle resultan siendo exactos,  precisa nombres y apellidos  de personas conocidas por muchos, discurriendo claro está entre la ficción, la fantasía y por qué no en el amor. La novela “El último otoño antes de ti” publicada en el año 2015, en sus más de doscientas páginas descubrimos una hermosa historia de amor protagonizada por José María Fernández Maldonado Egoaguirre que en el otoño de su vida a sus 66 años,  por prescripción médica, regresa convertido en todo un personaje a su tierra natal Moquegua, de la que había partido a los diez y siete para su formación profesional, primero en Lima la capital  y luego en Inglaterra.

La novela principia cuando le indican a Leonor Cáceres que se casaría al siguiente día con un hombre importante, un prócer de la República, un auténtico desconocido para ella, encontrándose en el altar, huye a toda prisa dejando plantado al novio longevo, con bastón, cabello plateado, y vestido de gabardina. En las siguientes páginas iremos conociendo la vida de José María que parte rumbo a Europa para continuar sus estudios de leyes, en ese viaje conoce a Margarita de Palo, mujer de rasgos selváticos, que marcaría indeleblemente su futuro, lo invita a Londres al Castillo Fort-Esset propiedad del sexagenario Lord Berth, surgiendo entre ellos una relación sentimental de a tres, lo que le permite gozar de solvencia económica y lógicamente estatus social.

El ocaso de César Vallejo y el suicidio de Virginia Woolf lo impactan mucho, por lo que decide alejarse de la vocación de escritor y diplomarse en Ciencias Políticas. En 1939 engañado por sus amistades vuelve al Perú para ser lanzado a las arenas políticas. No pierde la comunicación con Lord Berthz la correspondencia entre ellos es frecuente. Después de la guerra retorna a Londres para la muerte de su amante el Lord, con este suceso una etapa de su vida se da por concluida y otra nueva comenzaba a erigirse.

Leonor Cáceres, vivía con sus dos tías, en Moquegua, las tres mujeres se dedican a la preparación de pasteles para la venta y supervivencia familiar. Un día en una de las habitaciones de la casa, lugar donde se realizaba el planchado encuentra unas cajas cubiertas de polvo y en su interior unas fotografías amarillas y muchos recortes de periódico, el rostro de un joven se repetía. Por días trató de desentrañar el acertijo de aquel personaje, la respuesta la obtuvo en el mismo desván; es así como descubre quién era aquel hombre con el que se iba casar.

José María cumpliría 69 años y toma la decisión de alcanzar el amor,  no lo había hecho nunca. Leonor al haber cumplido veinte años determina conquistar al caballero y actuar, había leído sobre José María Fernández Maldonado mil trescientos cuarenta y dos artículos de prensa, noventa y cuatro referencias de libros, visto cuatrocientas diez y nueve fotografías, material suficiente para entusiasmarse y conocer a ese hombre de memoria, casi como si habría vivido con él desde el día en que huyó de la iglesia. Esta le envía una nota donde le pide disculpas por haberlo plantado en el altar y le solicita una cita; al día siguiente recibe la respuesta, cenarían juntos, como resultado de estos encuentros inician primero una amistad, para luego enfrascarse en los trámites para la boda, los que se dilatan por sus antecedentes, por lo que deciden huir desde el puerto de Ilo en un Catamarán, pasando unos días de ensueño en el mar y en algunos pueblos costeños del sur, de regreso a la ciudad de Moquegua, Leonor se instala oficialmente en la casa de José María, ubicada frente a la plaza principal, la que cuenta con un amplio balcón de madera fresco y cómodo, escenario  de partidas de ajedrez entre amigos, uno de ellos le dice: “estamos casi en los cuarenta y cinco minutos del segundo tiempo, por eso les deseo que sean felices en los descuentos que nos quedan”, a lo que José María contesta: “Cada día se saborea mejor cuando el ocaso es nuestra realidad más próxima”.

José María y Leonor descubren juntos el ardor de los boleros, las baladas; escuchan la voz de Lucho Gatica, Roberto Carlos, Frank Sinatra o la Sinfonía N° 3. Un día Leonor fue al desván de su antigua casa y trajo las cajas que contenían los recortes, papeles y fotografías, José María reconoció en el fechado y las anotaciones la caligrafía de su madre, revisó con curiosidad cada documento, vio transcurrir su vida frente a sus ojos, pensó secretamente que su vida no era un ejemplo que debía trascender, reconoció el gran amor de su madre, lloró como un niño,  sus  ambiciones habían roto el cordón umbilical.

Con el pasar del tiempo se convirtieron en una familia establecida, juntos descubrieron la fórmula para soportar la ostensible diferencia de edades: La sapiencia.

Era el año 1985 el país estaba gobernado por el partido de la estrella roja, una  crisis total proliferaba en cada rincón de nuestra patria. Un día los retorcijones en el estómago y las náuseas terminaron por someter  a José María, los dolores se hicieron insoportables, los analgésicos tenían cada vez menos efecto. Una de esas tardes en que luchaba contra la enfermedad apareció sentada en el muro frente a la casa Margarita de Palo, convertida en una anciana, al verlo reconoció en él todas las manías del lord, esta visita fue beneficiosa para José María, aunque sentía miedo ante la posibilidad de que revelara su secreto mejor guardado: su juvenil promiscuidad. José María había llegado por mar a Europa con una mano adelante y otra atrás y tuvo…un castillo, ahora solo quería un poco  más de vida para ser feliz.

Con este libro Freyre nos sorprende con su genialidad, no sólo por su narrativa que es totalmente amplia, fluida y muy documentada, no se permite caer en vacíos o excesos que alejen al lector de sus páginas, emplea sutilmente espacios y tiempos para acentuar a dos personajes totalmente distintos en edad y condiciones sociales, que descubren que el amor es totalmente posible a pesar de su abismo generacional,  viviendo realidades diferentes, el tiempo se encargó de unir sus caminos justamente en el punto de partida. No nos cabe duda que Freyre es una gran promesa nacional en el mundo de la Literatura, así lo certifica la novela “El último Otoño antes de ti”. Nos quedamos con el deseo de continuar acompañándolo, recorriendo con nuestra mirada los reglones de cada página de sus libros, y con la convicción de que Carlos Enrique Freyre se encumbra a ser otro orgullo nacional.


Escribe Rosa Catacora Flor

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